Cuando despertó de un desmayo que había durado casi dos días, Irina tuvo la definitiva certeza de que pronto moriría. Volvió a sentir aquel dolor atroz que nacía en la base de su estómago y ascendía hasta el mismo centro de su pecho, donde permanecía hasta hacerse casi intolerable, para luego volver a nacer allí abajo y subir nuevamente y volver a situarse en su pecho ya acostumbrado a esperarlo y cobijarlo. Sólo la idea de su inminente muerte le servía de consuelo, y le gustaba pensar que ésta llegaría acompañada de una total incapacidad para sentir sensación física alguna. Lo peor de la muerte era que se hacía esperar, que parecía jugar con ella asomándose, mostrándose y volviendo a desaparecer para dejarla, una vez más, a solas con ese dolor que amenazaba con extenderse hacia una extraña forma de eternidad.
Archivo del blog
-
▼
2009
(16)
-
▼
octubre
(13)
- La Curiosa Génesis de mi Pobre Escritura
- La Visita de Laurent Macari
- Sueño y Vigilia de Wilfred Tedesco
- Petersburgo 07:00 PM
- El Mejor Bajista del Mundo
- Sueño y Vigilia de Macario Mamaní
- El Poema Trilingüe de Wilfred Tedesco
- Primeras Escenas del Octavo Capítulo de la Serie T...
- Comentario de Contraportada de "El Caso de Randy S...
- La Visita de Macario
- Capítulo XII
- Capítulo IX
- Caña Güeca
- ► septiembre (3)
-
▼
octubre
(13)
Capítulo IX
Cuando despertó de un desmayo que había durado casi dos días, Irina tuvo la definitiva certeza de que pronto moriría. Volvió a sentir aquel dolor atroz que nacía en la base de su estómago y ascendía hasta el mismo centro de su pecho, donde permanecía hasta hacerse casi intolerable, para luego volver a nacer allí abajo y subir nuevamente y volver a situarse en su pecho ya acostumbrado a esperarlo y cobijarlo. Sólo la idea de su inminente muerte le servía de consuelo, y le gustaba pensar que ésta llegaría acompañada de una total incapacidad para sentir sensación física alguna. Lo peor de la muerte era que se hacía esperar, que parecía jugar con ella asomándose, mostrándose y volviendo a desaparecer para dejarla, una vez más, a solas con ese dolor que amenazaba con extenderse hacia una extraña forma de eternidad.